martes, 25 de mayo de 2010

Encontrando a Benlliure

Mariano Benlliure nace en el Grao de Valencia, el 8 de septiembre de 1862 en el seno de una familia de amplia tradición artística. Es un artista precoz pues desde muy niño deja muestras de su don para la escultura. Sus primeros concursos y exposiciones tienen lugar antes de cumplir los diez años.
El que es uno de los más famosos escultores españoles del siglo XX comienza a cultivar desde su juventud una materia en la que ocupa un lugar destacado: la tauromaquia, con representaciones en bronce de las distintas suertes y protagonistas del toreo. A los trece años participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1876 presentando un grupo escultórico de cera llamado La cogida de un picador.
Sin embargo, su dedicación principal es todavía la pintura, que sigue cultivando en París al lado de su maestro Francisco Domingo Marqués. En 1879 va a Roma, donde, fascinado por Miguel Ángel, abandona los pinceles para dedicarse exclusivamente a la escultura. En 1887 se establece definitivamente en Madrid y participa en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, obteniendo su primera medalla en el mismo 1887 por la estatua del pintor Ribera. Su nombre pronto adquiere fama, y cuenta además con el apoyo de la crítica, lo que le lleva a ser uno de los artistas más influyentes de su época.
Benlliure libera a la escultura española de los aspectos idealistas que perduraban desde el Romanticismo. Su obra se caracteriza por un sentido narrativo, minucioso y realista. Y esa minuciosidad realista, es lo que le conduce a un excesivo y pictórico detallismo. Se preocupa, además, por captar el movimiento, el aspecto transitorio y dinámico de la vida. De él se dice que es el escultor que pinta con un cincel.
En 1895 obtiene la medalla de honor por la escultura del poeta Trueba, que es su obra realmente innovadora. Cultiva también la imaginería religiosa, fundamentalmente en los años posteriores a la Guerra Civil.
Muere en Madrid el 9 de noviembre de 1947 siendo poseedor de ilustres condecoraciones extranjeras, como la de la Legión de Honor, de Francia, y la medalla especial del emperador Francisco José.
Pero deja muchas de sus obras en las calles madrileñas. Obras de un gran artista que no están en un museo y que están ahí, en la calle, en muchos casos indiferentes a los ojos de los que pasan por su lado. En esta serie iremos visitándolas, poco a poco, para que cuando pasemos por su lado, podamos decir orgullosos “Ésta es una escultura de Benlliure”.

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